jueves, 11 de junio de 2009

Qué cosas

Me atrajo un nick curioso, la firma accidental de un comentario perdido en fotolog. De ahí pasé a ver fotos anónimas y, sin darme demasiada cuenta, me fui aproximando a ellos a través de las profundidades cibernéticas, no tanto por su físico -atractivo, ciertamente-, ni por su indiscutible juventud, sino sobre todo por la complicidad que detecté en sus miradas. Y por sus sonrisas libres, que con la osadía inconsciente propia de los últimos resquicios de la adolescencia, parecen decirte que el mundo, que el futuro, puede esperar.
Descubrí en esos semblantes traviesos la misma complicidad que yo busqué sin éxito cuando tenía su edad. Yo lo tuve todo, menos eso.
Cómo duelen determinadas ausencias. Y cómo necesité durante aquella época un confidente con quien compartir intensas noches, secretos, interminables conversaciones sobre sexo y momentos duros.
Así, me convertí en un voyeur de sus vidas, atraído por esa primera juventud que a mí me habría gustado vivir. Testigo anónimo, terminé sucumbiendo a aquel espionaje e infringí mi propio pacto de invisibilidad; me involucré en esas existencias ajenas, surgí junto a ellos.
No era mi intención -sí mi culpa-, pero sucedió.
En mi cómodo y organizado presente se materializaban momentos distintos, imprevisibles, absurdos. Un soplo de aire fresco que agitaba mi realidad cotidiana.
Recuperé las madrugadas y el riesgo. Y la irresponsabilidad.
Esta noche, durante la cena -en un restaurante caro, por supuesto-, entre risas y rodeado de buenos amigos, me sentiré una persona afortunada. Sin embargo, con una copa de vino en la mano, no podré evitar dirigir una disimulada mirada de refilón hacia la puerta. A través de los cristales, a cierta distancia, imaginaré a esos dos chicos en otro restaurante -tal vez más sencillo-, a la misma hora, compartiendo bien acompañados una entrañable velada. La velada que a mí me hubiera gustado disfrutar a su edad.
Brindaré por ellos -en secreto-, mientras me dejo embargar por una extraña nostalgia; la que se siente por aquello que no se vivió.